EL FÚTBOL ESTUVO AUSENTE
Los 23.000 hinchas que ayer llegaron al estadio El Campín a ver el clásico número 209 se merecen un premio a la fidelidad. El problema para ambas hinchadas es que los equipos no les dieron el reconocimiento que se merecían. El de ayer fue un clásico para olvidar.
El 0-0 entre Millonarios y Santa Fe fue el primer partido luego del Mundial de Francia. Además
era puente, llovía a cántaros y los refuerzos de ambos equipos no llamaban la atención. Pero ahí estaba la gente. Lo que no llegó fue el fútbol. Se quedó en los estadios franceses, en las canchas de
entrenamiento o en las mentes de Jorge Luis Pinto y Slodovan Zecevich.
Parecía que el partido iba a ser bueno: a los 36 segundos, Daza exigió a Julio. El portero
santafereño sacó la pelota al tiro de esquina. A los siete minutos, Cano cobró un tiro libre y
el balón se estrelló en un poste.
Pero ahí se acabaron las emociones. Y se agotaron porque en ambos equipos faltó el talento.
Santa Fe, que se llevó el premio de la taquilla, tuvo en la cancha a John Byron Marulanda, que
apareció muy poco. Y en Millonarios, Guillermo Rivera manejó el balón, lo pisó, pero no supo
generar el juego.
Como los volantes no funcionaban, el balón volaba de la defensa roja a la azul. Parecía un
partido de voleibol, donde solo se intentaba atacar por medio de pelotazos.
Por eso, los delanteros no funcionaron. Cano no volvió a aparecer después del tiro libre.
Léider Preciado, que reaparecía luego del Mundial, fue controlado por Alvaro Aponte. Marcio
Cruz tuvo dos opciones de gol, pero no participó mucho en el juego. Y Alex Daza sólo apareció en la planilla y en la formación para cantar los himnos.
Lo único para destacar de Santa Fe fue, además del tiro libre de Cano, un cabezazo de Preciado luego de un cambio de frente, el único del primer tiempo, de Iván López. Y en Millonarios, un cabezazo de Marcio luego de un tiro libre cobrado por Choco Suárez, que atajó Julio.
Mientras tanto, la lluvia no paraba y los hinchas seguían cantando. El clásico se jugaba con
mucha más intensidad en las graderías que en la cancha.
Comienza la lucha Si el primer tiempo tuvo pocas cosas para destacar, el segundo fue
todavía peor. Comenzó con un buen presagio: un cabezazo de Osman López al palo a los
tres minutos.
Ahí se acabó el fútbol. Choco Suárez golpeó a Julio luego de esa jugada. El portero se tiró
al piso y el partido estuvo parado dos minutos. El árbitro Oscar Julián Ruiz expulsó al jugador
de Millos.
Pinto, para tratar de mantener su equipo, sacó al intrascendente Daza y metió a Javier Martínez. La inferioridad numérica duró poco: Iván López fingió una falta al borde del área de Millonarios
y el árbitro lo mandó a descansar.
La gente seguía en las tribunas y el talento seguía perdido en algún sitio de Bogotá. Martínez
terminó siendo el armador de Millos, con todo y sus limitaciones para jugar con la pelota. Y en
Santa Fe entró el paraguayo Luis Molinas, que no hizo mayor cosa.
Ninguno de los dos merecía ganar. Sin embargo, Millonarios tuvo la gran oportunidad cuando
el reloj marcaba el minuto 42. Giovanni Cornejo, un debutante, quedó mano a mano frente a
Julio. El portero cartagenero quedó en el camino y el novato se enredó y terminó mandando
el balón afuera cuando tenía al frente el arco vacío.
Después de aguantar 90 minutos de lluvia y mal fútbol, los hinchas no se iban para su casa.
La última oportunidad de ver ganar a su equipo fue en los penaltis.
Millonarios, esta vez, no falló ninguno de sus cuatro cobros. Los anotadores fueron Aponte,
Osman López, Ramírez Gacha y Martínez. En cambio, Héctor Burgues, el eterno salvador azul,
les detuvo los cobros a Cachaza Hernández y John Byron Marulanda.
La mitad azul salió contenta del estadio por los dos puntos. La otra mitad, la roja, se fue
tranquila, pues su equipo siguió sin perder con el eterno rival: ya son ocho clásicos en los que
no conocen la derrota. Los que sí deben estar preocupados son los dos técnicos...
